El desafío de hacerse cargo de un adulto mayor

23.10.2017

Si en 1990 la los mayores de 60 años en Chile sólo constituían el 10,1 por ciento de la población, en la actualidad ese porcentaje supera el 17,6%, lo que da cuenta de un sostenido aumento de los adultos mayores en el país.

El resultado lo arrojó la Encuesta Casen 2015 cuyos resultados los dio a conocer este lunes el Ministerio de Desarrollo Social y el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), en el marco del inicio de la semana por el Buen Trato al Adulto Mayor.

Las cifras muestran que el índice de envejecimiento -que mide la relación entre personas de 60 años o más y la población menor de 15 años- exhibe un aumento desde 1990, revelando que actualmente en Chile hay 86 personas mayores por cada 100 personas menores de 15 años. En 1990 este índice era de 35,4 personas mayores por cada 100 menores de 15 años.

Esta situación también se refleja en la composición de los hogares, ya que en 2015 un 40,1% de los hogares a nivel nacional registra la presencia de al menos un adulto mayor. De este total, un 34,2% de hogares son, además, hogares en los que la persona mayor se identifica como jefe/a.

Esto nos enfrenta a una nueva realidad. En cada hogar es muy posible que tengan a una persona  o muy pronto vayan a tener un adulto mayor que necesitará de asistencia.

Y todos conocemos lo que significa esto. Si hay varios hijos pareciera que esta responsabilidad sólo recae sobre uno de ellos o, a veces no tenemos más alternativas, ya sea porque algún hijo o hija quedó en el hogar de sus padres o porque el resto de hermanos por problemas de salud o distancia no pueden hacerse cargo. Entonces comienza una gran odisea. Hay una persona que ya no puede trabajar, debe dedicarse a alguno o a ambos padres en forma exclusiva. No quiere pensar en un hogar de ancianos o si lo piensa se siente un mal hijo/a. Pero sucede que esos adultos mayores no siempre llegan en las mejores condiciones mentales y emocionales y generalmente suelen descargar la pena de sentirse abandonados por parte de otros hijos, o el hecho de sentir que ya no pueden valerse por si mismos, la no aceptación de su vejez, sobre este cuidador de la familia que además de tener el peso de hacerse cargo de ellos, sin ningún tipo de preparación, deben lidiar con críticas y muchas veces situaciones de agresividad que terminan menoscabando la salud mental del cuidador porque no puede desligarse del vínculo que tienen en relación a sus padres.

A esa altura es necesario contar con ayuda especializada. Creo que coincidirán en eso con nosotros. pero aquí viene el siguiente problema. La ayuda de médicos especialistas geriatras es cara. Los cuidadores por hora implican una carga económica bastante difícil de asumir y tampoco se sabe si las personas que vamos a seleccionar son las adecuadas.

EN MI HOGAR FELIZ, lo asesoramos. Primero hacemos un informe con una asistente social que nos permitirá aconsejarle sobre  cuál es su mejor alternativa. Le brindamos apoyo a través de charlas para familiares de adultos mayores y le proponemos un plan de cuidado que se acomode a sus recursos y le permita recuperar su estabilidad emocional compartiendo esta responsabilidad.

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